Anthony Klotz, psicólogo y profesor de la Mays Bussiness School de Administración de Empresas de la Universidad Texas A&M, predijo al inicio de la pandemia durante el 2021, el fenómeno de “La Gran Dimisión” o “La Gran Renuncia”.
Cuando millones de estadounidenses insatisfechos con su trabajo o su salario renunciaron a él. Esto produjo en ciertas industrias la escasez de mano de obra y ciertamente sus vaticinios se vieron confirmados tras la publicación de la Encuesta de Vacantes Laborales y Rotación de la oficina de Estadísticas Laborales donde 4 millones de personas dejaron sus trabajos a fines del 2021.
Esta tendencia ha continuado hasta el día de hoy, y el fenómeno tampoco muestra signos de disminuir en los próximos años, fundamentalmente en jóvenes profesionales y profesionales de mediana edad. Es relevante resaltar que, en muchos casos, estamos hablando de personas que dejan su trabajo sin tener una alternativa en mente.
¿CUÁLES SON LAS PRINCIPALES MOTIVACIONES PARA ESTO?
Sin duda el fenómeno ha sido consecuencia directa de los dos años bajo el influjo de la situación sanitaria creada por el Covid 19, desde 2020 hasta principios de 2022. Este periodo dio la oportunidad a muchas personas de repasar su conciliación laboral y personal y darse cuenta que una gestión más flexible del trabajo y de los desplazamientos, en consonancia con sus necesidades personales y familiares, se ha vuelto indispensable.
Quienes han podido volver al trabajo manteniendo una cierta flexibilidad, alternando la presencialidad y el teletrabajo, se han encontrado en la mejor posición. Muchos de los que no tuvieron esta oportunidad se han enfrentado a una decisión drástica: continuar trabajando de acuerdo con las reglas anteriores o darse por vencidos y renunciar. Y muchos han optado por lo segundo, dando lugar a un movimiento cuya escala no podía imaginarse.
Pero hay más que esto. Está íntimamente ligado a algo más profundo, una revisión sistemática de nuestros estilos de vida y una búsqueda del bienestar personal que durante mucho tiempo se había descuidado en la búsqueda incondicional del éxito profesional.
Después de dos años muy difíciles de incertidumbre y enorme esfuerzo, muchos trabajadores (de todos los niveles) se quedaron con crisis nerviosas, altos niveles de estrés y otros trastornos. Y todo esto, inevitablemente, ha llevado a las personas a revisar las prioridades en sus vidas, dejando de poner el trabajo entre las primeras preocupaciones, y en muchos casos excluyéndolo por completo.
El fenómeno conocido como la gran resignación nos debe llevar a reflexionar, a repensar los entornos y horarios de trabajo, las expectativas de los profesionales y empleados y, en definitiva, la capacidad de crear condiciones que sean gratificantes tanto para las nuevas incorporaciones como para las personas que han estado en el mismo ambiente de trabajo durante algún tiempo.
Esta situación también ha cambiado la competencia para captar el mejor talento, ahora un juego muy diferente en comparación con el pasado. En este momento, los empleadores se están enfocando en personas con habilidades tradicionales y menos tradicionales, pero también en personas que no trabajan en absoluto.
Para poder competir, las organizaciones deben ofrecer salarios y beneficios adecuados, pero, sobre todo, deben entender que las reglas del juego han cambiado.
Si bien los trabajadores exigen (y muchas veces obtienen) mejores paquetes de compensación, al mismo tiempo, muchos de ellos buscan formas de trabajo más flexibles, resultados verdaderamente alcanzables, un sentido de comunidad y mejores relaciones humanas para aceptar un retorno al trabajo. trabajo “tradicional”.
Los empleadores potenciales deben tener en cuenta estos factores y competir con ellos en mente, especialmente cuando se dirigen a los jóvenes talentos, si esperan contrarrestar este fenómeno y asegurarse de que la tendencia de la gran resignación no se convierta en una característica inherente del mercado laboral.