Por Licenciada Andrea S. Giannella Neitzke
Adaptarse a los intempestivos cambios es siempre complejo, si bien en otras ocasiones podemos anticiparlos y de esta manera podemos estar alertas y prepararnos emocionalmente para atravesar los impactos que surgen en cada etapa.
Las mudanzas, las pérdidas de personas queridas, enfrentarnos a un divorcio, cambiar de jefe o la llegada de un nuevo maestro en los niños…son ejemplos claros de cambios cotidianos.
Nuestras madres y abuelas solían decir que “la contención es sagrada”, escucharnos, estar presentes y sobre todo sentir la sensación de hogar, siempre reconfortante.
Lo cierto es que además de dichos hábitos, de esa sensación de bienestar que brinda la cercanía física y espiritual con nuestros seres queridos existen estrategias integrales que desde la ciencia nos permiten no solo observar, sino estar alertas ante episodios que solemos naturalizar y en verdad representan riesgos para la salud en contextos como los mencionados.
Para algunas personas, cada cambio representa un desafío, para otros, sencillamente una amenaza, se sienten inestables, irascibles y ansiosos, sin poder concentrarse y menos aún, focalizar en el logro de sus objetivos, los especialistas utilizan el término “resistencias” para los efectos no deseados de un proceso de cambio.
Agudizar la observación, los cambios de hábitos es siempre una sugerencia. Veremos que en varios seres humanos, la dieta se ve modifica en momentos de crisis, que produce esto? es solo cuestión de observar a nuestro alrededor cuando una “cambio” se anuncia.
Al escuchar el nuevo rumbo a enfrentar, al enterarse de un nuevo rol en su trabajo, algunas personas sentirán que es sólo una comunicación, se sentirán tranquilos, relajados, motivados o en estado de bienestar aferrados a sus adecuados niveles de autoconfianza, seguramente su nivel de serotonina se encuentra en niveles normales.
Para otros, será caótico y se sentirán impulsivos y ansiosos entrando en la compulsión de comer hidratos de carbono, bebidas azucaradas o chocolates.
Seguramente sus niveles de serotonina son bajos, por ende, no podrán tomar decisiones adecuadas, sucumbirán por ejemplo… al paquete de galletas que un compañero de trabajo lleva en sus manos o desearían comprarse de manera urgente un sándwich en pos de calmar su inestabilidad o supuesto ”hambre”.
Además de manifestar comportamientos impulsivos, lo más complejo es que podrán enfrentar sentimientos de depresión o desazón y más aún cuando no logran clarificar y controlar sus angustiosos pensamientos. …su cerebro les pide a gritos carbohidratos.
¿Es la solución ingerir antidepresivos? seguramente no…lo son los carbohidratos? tampoco.
El organismo produce triptófano, un aminoácido procedente de las proteínas, pero ingerirlo no implica que ingrese al torrente sanguíneo y al cerebro, necesita carbohidratos para lograrlo.
Considerar que comer y cuando es fundamental, por ejemplo y como sugerencia, una papa al horno con piel antes de dormir en tu cena, lograra producir triptófano para tu cerebro y producir serotonina…sin duda, una alternativa más saludable, que te brindara sensación de calma y mayor control.
¡La Psicología y la Neurociencia complementan hoy nuestra forma de vivir más saludablemente, pero también, integrando hábitos saludables que están al alcance de todos!
¡Abrazos y Patatas Horneadas por la noche! un final prometedor de jornada, para un despertar más saludable!